Es la confesión de los pecados a un sacerdote, que aplica la penitencia para, una vez cumplida, propiciar la reconciliación con Cristo. En otras palabras, es el sacramento que da al cristiano católico la oportunidad de reconocer sus faltas, arrepentirse y proponerse no pecar más, para así ser perdonado por Dios.
La Iglesia católica considera el sacramento de la penitencia un acto purificador, que debe ser practicado antes de la Eucaristía, para que esta sea recibida con el alma limpia por el perdón de los pecados. Pero, se entiende también que ese efecto purificador es saludar, siendo benéfico para el espíritu cada vez que es practicado.
Uno de los más rígidos deberes impuestos al sacerdote por la Iglesia es el secreto de confesión.
El sacerdote está rigurosamente y totalmente prohibido de revelar lo que oye de los files en el confesionario. El incumplimiento de ese deber es considerado uno de los mayores e más graves pecados que un sacerdote puede cometer y lo sujeta a penalidades severísimas impuestas por la Iglesia.
Véanse Jn 20,23; St 5,15.
